Un hombre se paraba largo rato admirando - el arte que se expresaba - en la configuración de una estatua de madera. Eso hacía todos los días del año, pues se había convertido en una práctica similar a una devoción. ¨Por lo que mirar contemplativamente esa escultura, era su rito...
Con los años se le reconocía entre la gente, como el "hombre del rostro de madera". Y es que sorprendentemente las líneas de su cara, se habían ajustado a la imagen de la figura que se representaba en la madera.
Reflexión: " Lo que admiras, determinará tu carácter, debes saber entonces escoger a quien y por qué admirar, para que tu rostro sea compatible con tus virtudes y el carácter que quieres desarrollar... "
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